Uno de los errores más comunes entre los jugadores que recién comienzan a tomarse en serio el ajedrez es esperar resultados inmediatos. Después de unos pocos meses de estudio con un entrenador o de manera autodidacta, muchos se frustran al no notar “grandes cambios” en su nivel de juego. Pero la verdad es que el ajedrez no funciona así.
El ajedrez es un mar profundo
Aprender ajedrez es como sumergirse en un océano inmenso. Al principio parece que avanzamos rápido: aprendemos las reglas, algunas aperturas, los mates básicos. Pero luego, al enfrentarnos a rivales más fuertes o al intentar aplicar conceptos más complejos, sentimos que estamos estancados. Y es ahí donde entra la paciencia como valor indispensable.
El progreso silencioso
Muchas veces estás mejorando sin darte cuenta. Has dejado de cometer ciertos errores, ves las jugadas del rival con mayor claridad, incluso pierdes, pero ahora entiendes por qué. Eso también es progreso. No siempre se refleja en victorias inmediatas ni en un aumento de ELO visible. A veces el mayor crecimiento ocurre internamente, en la forma en que piensas el juego.
La falsa ilusión del estancamiento
He conocido jugadores que dicen: "Estoy estudiando todos los días, pero no gano más partidas". Lo que no ven es que sus decisiones en el tablero son más lógicas, que ahora analizan más profundamente, y que incluso sus derrotas son más reñidas. El progreso real no es una línea recta ascendente. Es una curva irregular que requiere constancia, tiempo y paciencia.
La clave es el compromiso
Si ya estás estudiando ajedrez de manera regular, con libros, vídeos, partidas comentadas o con un entrenador, ya estás haciendo tu parte. Solo debes confiar en el proceso. El ajedrez es un juego donde la acumulación de conocimiento y experiencia es lo que finalmente te impulsa a otro nivel.
Conclusión
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