En ajedrez, como en muchas otras disciplinas, existe un mito persistente: que solo los “talentosos” pueden llegar lejos. Se dice con ligereza: “Ese niño tiene talento natural” o “Yo no nací para esto”. Pero la verdad es otra. No necesitas talento: necesitas tiempo, paciencia y dedicación.
He visto muchos jugadores que al principio parecían no destacar. Les costaba visualizar, olvidaban conceptos básicos, cometían errores elementales. Sin embargo, con el paso del tiempo, y gracias a su constancia, lograron un progreso que sorprendió incluso a los más escépticos.
🕰️ Lo que sí necesitas:
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Tiempo para equivocarte. Aprender ajedrez implica cometer muchos errores. Y eso está bien.
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Tiempo para estudiar. Ya sea táctica, estrategia, finales o aperturas, el conocimiento se construye paso a paso.
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Tiempo para jugar. La experiencia en el tablero enseña cosas que ningún libro puede transmitir completamente.
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Tiempo para analizar. Revisar tus partidas, con o sin ayuda, es clave para entender tus fortalezas y debilidades.
🔁 El progreso no es inmediato
Uno de los grandes problemas que enfrentan los jugadores es la impaciencia. Tras un par de meses de estudio, muchos se frustran al no ver “resultados”. Pero el progreso en ajedrez muchas veces es invisible al principio. Estás mejorando, aunque no lo notes. Un día, sin darte cuenta, dejarás de caer en las trampas que antes no veías. Un día, jugarás una partida en la que todo encaja.
🚫 El talento sin esfuerzo no basta
He conocido jugadores con gran facilidad natural para el ajedrez que no llegaron lejos. ¿Por qué? Porque no estudiaban, no se disciplinaban, no respetaban el proceso. El talento puede abrirte una puerta, pero solo la práctica constante te permitirá atravesarla.
✅ La buena noticia
Cualquiera puede mejorar. No importa si empiezas a los 7, a los 30 o a los 60. El ajedrez es una escuela de pensamiento que está abierta para todos. Lo único que te pide es tiempo. Y si tú se lo das con constancia y pasión, el ajedrez te devolverá crecimiento, satisfacción… y sí, también victorias.
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