
¿Prefieres las partidas de ataque o las defensivas?
Realice esa encuesta y verán que existen criterios compartidos entre los aficionados al ajedrez.
A mis alumnos les recomiendo que se acostumbren jugar ajedrez según lo que exija la posición.
El ajedrecista tiene que llegar a dominar tanto el arte del ataque como el de la defensa, y comprender a la perfección cómo debe proceder en determinada posición.
He conocido a trebejistas que se caracterizan por su estilo agresivo, son de esos que no dan ni piden tregua, siempre andan buscando complicar la partida de turno.
Sin embargo, a veces arriban a una posición donde se exige encontrar un correcto plan defensivo, porque el ataque no encaja en esa posición, ¿y qué han hecho los jugadores de ataque?
Pues no han valorado la posición de manera correcta y han perdido al instante, luego de adentrarse en maniobras de ataque en la posición que exige maniobras defensivas.
O puede suceder que consuma muchisimo tiempo del reloj porque se encuentra "perdido en la posición".
El ajedrecista que aspira a escalar posiciones en su nivel de juego debe estudiar con profundidad a los clásicos del ajedrez, estructurados por sus diversos estilos de juego.
De esa manera la formación del trebejista se torna universal, y en determinada posición podrá valorar con mayor exactitud y comprender qué plan debe emprender.
Se que a muchos de nosotros nos gusta atacar, sacrificar piezas, porque es la parte más brillante del ajedrez; pero no desheche el estudio del arte de la defensa, para que produzcan elegantes partidas, como lo hacia el gran Petrosian.
Tigran Petrosian Nació en Tbilisi (Georgia) el 17 de junio de 1929, y falleció el 13 de agosto de 1984.
Se le considera como el jugador con mejores conceptos defensivos de la
historia del ajedrez.
Con una gran técnica, era capaz de repeler los ataques de sus
rivales hasta adquirir ventaja y aprovecharla para terminar ganando la partida, pocos podrían igualar su profundidad de concepción.
Es uno de los pocos privilegiados que ha inscrito su nombre en el Olimpo de los
campeones del mundo, esto ocurrió en 1963 al derrotar a Botvinnik. Además consiguió
retener el título al vencer a Spassky en 1966. En 1969, el propio Spassky le arrebató
el cetro de campeón.
Muchos criticaron su estilo, tachándolo de austero y demasiado prudente, pero así
era Tigran y así consiguió muchos éxitos.
No hay duda de que era un jugador difícil de batir. Por ejemplo, no perdió ni una sola
partida en todas sus participaciones en las Olimpiadas (79 victorias y 50 tablas).
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