Por Nibaldo- Instructor FIDE
¿POR QUÉ LOS MEJORES AJEDRECISTAS CASI NUNCA SON FELICES?
El ajedrez es un juego de genialidad, estrategia y belleza… pero también puede ser una prisión silenciosa. Detrás de los tableros, medallas y títulos, muchos de los mejores ajedrecistas de la historia han vivido en la sombra de la ansiedad, la soledad y, en algunos casos, la depresión más profunda. ¿Por qué?
1. EL AISLAMIENTO DEL GENIO
A medida que un jugador sube en el ranking, el círculo se cierra. Las partidas se vuelven más técnicas, los rivales más pocos, los errores más costosos. Muchos pasan horas, días y semanas en soledad, estudiando aperturas, analizando partidas, repitiendo posiciones.
“Me sentía como un prisionero en mi propia mente.”— Bobby Fischer
Fischer, uno de los mayores genios del juego, terminó aislado del mundo, huyendo de la prensa, de la política, de la gente. Su odio hacia el ajedrez creció con el tiempo, aunque no podía dejarlo. Lo amaba y lo odiaba a la vez.
2. LA PRESIÓN SILENCIOSA
Los grandes maestros viven bajo la lupa. Cientos de personas (en vivo o en línea) observan cada uno de sus movimientos. Un solo error puede hundir años de preparación.
“En ningún deporte se castiga tanto una sola decisión como en el ajedrez.”— Garry Kasparov
Incluso Kasparov, que dominó el ajedrez durante años, ha hablado abiertamente del peso mental de cada torneo y de cómo esa presión lo consumió hasta decidir retirarse a los 41 años.
3. LA MENTE QUE NO DESCANSA
Muchos jugadores top han reportado que no pueden dormir después de una partida. Su mente sigue jugando, calculando, repitiendo movimientos.
“Soñaba con partidas que no existían. El ajedrez no me dejaba descansar.”— Tony Miles, Gran Maestro británico (sufrió depresión severa)
Miles fue encontrado muerto en su apartamento. Su muerte fue atribuida a una combinación de enfermedades mentales y físicas, agravadas por el estilo de vida que el ajedrez le impuso.
4. EL AJEDREZ COMO OBSESIÓN
Lo que comienza como una pasión, muchas veces se transforma en obsesión. Algunos campeones del mundo entrenaban 10 horas diarias, aislándose incluso de su familia.
“El ajedrez me dio todo… y me quitó todo.”— Alexander Alekhine, Campeón Mundial (murió solo, con el tablero montado frente a él)
CONCLUSIÓN: ¿VALE LA PENA?
El ajedrez sigue siendo un universo fascinante, pero para muchos de los mejores, ha sido también un campo de batalla psicológico. Tal vez, el precio de la genialidad en este juego no es la derrota… sino la soledad.
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