Por Nibaldo Calvo Buides
Instructor FIDE
Algunos ajedrecistas incumplen con su participación en torneos, sin justificación alguna; otros hacen hasta lo imposible por no dejar de asistir, como es el caso del célebre Gran Maestro ruso-suizo Viktor Korchnoi, quien jugó la Olimpíada de Ajedrez en Manila, Filipinas (1992) con un ojo vendado, debido a que acababa de tener una operación en el mismo.
Korchnoi insistió en no perderse este gran evento. Así que jugó cada día de esta manera. No puso reparos para jugar con este hándicap, para él representaba una oportunidad más en su carrera deportiva para representar dignamente a su bandera. Mis respetos para este fenomenal trebejista, caracterizado por su gran lucha sobre el tablero.
Me viene a la mente el ajedrecista Rafael Matos, de mi provincia natal: Matanzas, Cuba.
Matos ha tenido a un difícil enemigo fuera del tablero de ajedrez: la diabetes, misma que le ha impedido salir de su casa a jugar torneos como lo hacía antes.
Para muchos ajedrecistas de Matanzas resultó una grata sorpresa verlo jugar la Semifinal Provincial de hace alrededor de 17 años, no recuerdo con exactitud.
La verdad es que su presencia llamó poderosamente la atención de todos, porque además de ser una referencia del ajedrez local, durante todas sus partidas, en pleno salón de juego, y sentado en su silla, Rafael Matos preparaba la jeringuilla y se inyectaba insulina en la barriga… Así como les digo.
Ya saben, sobraban personas que volteaban sus caras con gestos de dolor, ¡como si fueran ellos quienes se estuvieran inyectando!
Si mi memoria no me falla, creo que Matos no concluyó ese torneo pactado a 7 rondas, porque empeoró su salud; pero la verdad es que sus deseos de jugar fue una clara lección de amor por el ajedrez.
Desde aquí le envío mis más cordiales saludos a Rafael Matos, y le deseo buena salud. Tanto Korchnoi como Matos son verdaderos Gladiadores.
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