Por Nibaldo Calvo Buides
Hace poco conocí a un joven jugador de ajedrez, quien me comentó que su papá se ha enojado con él en varias ocasiones porque ocupa muchisimas horas con el ajedrez.
A tal punto que el joven también "aprovecha" el horario de comida para jugar o analizar alguna partida con sus hermanas que también son trebejistas.
¿Se imaginan Ustedes?, con una mano llevándose un bocado a la boca con un tenedor, y con la otra mano moviendo determinada pieza.
Ahora el padre quiere que el hijo abandone la práctica del ajedrez; en gran medida porque él no es jugador de ajedrez.
Así somos los seres humanos cuando nos pica el bichito del ajedrez. No escatimamos ni fechas ni horarios para adentrarnos en el mundo de los trebejos.
En el caso descrito, considero que la decisión del padre no es la más correcta, porque su hijo se encuentra involucrado en una actividad que le gusta, que es sana, formativa, que lo ayudará muchisimo en su formación general integral.
Ah!, eso sí, el hijo tiene una grandiosa cuota de responsabilidad en esta historia. Él tiene que poner de su parte: debe saber distribuir de la manera más correcta el tiempo que le va a dedicar al ajedrez, debe tener bien presente que lo prioritario en su vida es su educación, tener metas claras para el futuro, platicar con su papá acerca de la carrera universitaria que estudiará, por ejemplo, y encaminarse hacia esa meta.
En contraste, conozco a padres que apoyan hasta lo más infinito a su pequeño que se encuentra vinculado al ajedrez competitivo...pero lo apoyan de la manera más incorrecta posible porque "los elevan" más allá de la altura que tienen.
Los exhiben ante sus conocidos como "EL GRAN CAMPEÓN", "EL INVENCIBLE", y cientos de atributos más.
Como maestro de ajedrez he sido testigo de progenitores que le dan tanto realce a su hijo que al final estos terminan dañados emocionalmente y se alejan del ajedrez de manera voluntaria.
PADRES DE FAMILIA: se que Ustedes desean que sus hijos sean en el ajedrez lo que Ustedes no pudieron ser, que sean campeones, es una ambición "lógica"; pero siempre tengan presente que los niños y adolescentes son proclives a ser dañados psicológicamente al recibir tanta presión de los adultos.
PADRES DE FAMILIA: Sepa que una cosa es que su hijo tenga talento para triunfar en el ajedrez, y otra es que sea niño prodigio o genio del ajedrez. No le exija a su hijo más de lo que puede dar, no le diga a su hijo que él tiene cualidades extraordinarias como ningún otro niño, porque eso lo afectará en cuanto no obtenga resultados cimeros ante otros de su categoría.
ES UN CONSEJO DE MI PARTE, PARA SALVAR A MUCHOS NIÑOS QUE APENAS COMIENZAN LA PRÁCTICA DE ESTE MARAVILLOSO JUEGO.