Por Lic. Nibaldo Calvo Buides
En ocasiones alcanzamos un resultado destacado cuando menos lo esperamos, como me sucedió a mí en una partida de simultánea con el Gran Maestro cubano Jesús Nogueiras.
Aconteció en el 2002, como parte del Plan de Simultáneas de Ajedrez que se efectuó por todas las provincias cubanas. Y no solo en las cabeceras provinciales; también incluyó municipios, entre ellos Jagüey Grande, Matanzas, de donde soy oriundo.
En aquel entonces ya yo me encontraba trabajando como periodista en la capital provincial –ciudad de Matanzas-, y acudía de visita a Jagüey Grande como promedio cada 15 días.
Y quiso el destino que precisamente un sábado al mediodía yo llegara a Jagüey Grande y me diera por caminar hacia el parque central, cuando veo un tumulto de gente entre mesas, sillas y ajedreces.
Al instante me puse a platicar con los ajedrecistas de mi tierra, quienes me dicen que estaba próxima a comenzar una simultánea, y que jugarían contra el GM Jesús Nogueiras.
Me convidaron a que me sentara a jugar; pero realmente en aquel entonces yo estaba algo bastante alejado del ajedrez competitivo, por motivos de trabajo.
Fue tanta la insistencia de mis conocidos que finalmente me senté a jugar.
Comenzó la simultánea y Nogueiras tenía ante sí a 10 rivales, todos trebejistas de experiencia competitiva.
Dos horas después Nogueiras concluyó, de manera invicta, con el resultado de 5 victorias y 5 tablas.
Una de las tablas fue conseguida por mí, al llegar a un final igualado tras una treintena de jugadas.
Hasta el día de hoy, cada vez que recuerdo esa partida, me he puesto a pensar que a lo mejor si en aquel entonces yo me encontrara con buena preparación ajedrecística, a lo mejor hubiera perdido esa partida, porque así es la vida, ¿no?, el mayor alegrón lo recibes cuando menos lo esperas.
Es la recompensa de obrar bien.
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