
Por Lic. Nibaldo Calvo Buides
En la Universidad de La Habana, donde integré el equipo de ajedrez de esa Alta Casa de Estudios, primero tuve como entrenador al Maestro Internacional Néstor Vélez, y luego a Francisco García, a quien todos conocíamos como Francisquito y nos constaban sus resultados positivos en Finales Nacionales de Cuba y principales torneos de la Isla de la década de los ´70.
Francisquito era una persona entregada de lleno al ajedrez; cumplía al pie de la letra su función de entrenador de la Universidad de La Habana: llegaba temprano a trabajar, impartía todas las clases previstas, aconsejaba a todos…
Pero no todo era perfecto en la vida de Francisquito, quien vivía con su mamá, ya anciana, quien padecía de una enfermedad mental y él era el único sostén.
Un día, ya próximo a concluir el curso escolar, y en mi caso ya era la culminación de mi quinto año de la Licenciatura en Economía, un colega del equipo de ajedrez de la Universidad me comenta que a Francisquito le habían dado baja como entrenador de la Universidad, por ausencias.
Aunque yo ya me encontraba “de salida” de la Universidad, y últimamente estaba algo aislado del club porque estaba realizando mi tesis de grado, no dudé en interesarme por la situación de Francisquito, porque requería del apoyo de alguien y no consideraba digno de mi parte que en ese preciso momento yo le diera la espalda a Francisquito, quien en su momento me había ayudado en mi preparación ajedrecística.
Fue así que entre mi hermano gemelo Arnaldo y yo elaboramos una carta y se la entregamos a la secretaria del director del Combinado Deportivo de la Universidad, con la expresa solicitud de que fuera entregada al director.
En la misiva destacábamos que para Francisquito el ajedrez lo era todo, que si lo alejaban de su puesto de trabajo lo estarían matando. También argumentamos la situación que tenía con su progenitora…
Luego se acentuó mi trabajo en la tesis, la presentación de la misma, el regreso a mi Matanzas querida, las vacaciones...
Con el inicio del nuevo curso escolar, durante una visita realizada a La Habana, tuve la fortuna de encontrarme en la calle con el colega del equipo de ajedrez de la Universidad, del cual ya les hice alusión, y luego de los saludos le pregunté:
-¿Quién está de entrenador del club de la Universidad?
Y su respuesta fue:
-Francisquito.
-Dale mis saludos de mi parte, así le dije…
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