Por Nibaldo Calvo Buides
Mientras yo vivía en el Estado de Oaxaca, México, se apareció en mi club de ajedrez el padre de un promotedor ajedrecista escolar de esa localidad. El padre, quien cuando entonces ocupaba un cargo en la Asociación Estatal de Ajedrecistas del Estado de Oaxaca, me dijo:
“Nibaldo, me gustaría que entrenes a mi hijo; pero con la condición que no publiques en tu blog de ajedrez que tú lo estas entrenando.”
Yo sabía claramente por donde venía la cosa. Sucede que yo tenía en Oaxaca a unos cuantos seudo-ajedrecistas detractores, debido a que yo trabajaba por desarrollar el ajedrez local y ellos no, y eso les causaba envidia. Por tal motivo el padre del joven ajedrecista sentiría vergüenza si sus paisanos ajedrecistas se llegaran a enterar que su hijo era mi alumno.
Mi respuesta al padre del ajedrecista fue clara, precisa y concisa: “Yo tengo mi blog de ajedrez y yo publico allí todo lo que yo hago con el ajedrez. Si Usted siente temor o vergüenza hacia mi persona, por todo lo que yo hago por desarrollar el ajedrez de Oaxaca, entonces estamos hablando de más y se puede retirar por la misma puerta que entró.”
Y así lo hizo. Salió por aquella puerta como perro con el rabo entre las patas.
“Nibaldo, me gustaría que entrenes a mi hijo; pero con la condición que no publiques en tu blog de ajedrez que tú lo estas entrenando.”
Yo sabía claramente por donde venía la cosa. Sucede que yo tenía en Oaxaca a unos cuantos seudo-ajedrecistas detractores, debido a que yo trabajaba por desarrollar el ajedrez local y ellos no, y eso les causaba envidia. Por tal motivo el padre del joven ajedrecista sentiría vergüenza si sus paisanos ajedrecistas se llegaran a enterar que su hijo era mi alumno.
Mi respuesta al padre del ajedrecista fue clara, precisa y concisa: “Yo tengo mi blog de ajedrez y yo publico allí todo lo que yo hago con el ajedrez. Si Usted siente temor o vergüenza hacia mi persona, por todo lo que yo hago por desarrollar el ajedrez de Oaxaca, entonces estamos hablando de más y se puede retirar por la misma puerta que entró.”
Y así lo hizo. Salió por aquella puerta como perro con el rabo entre las patas.
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