Por Nibaldo Calvo Buides
Hoy quiero homenajear a uno de los más fieles aficionados al ajedrez, quien vivió y falleció en el municipio de Jaguey Grande, provincia de Matanzas (Cuba), de donde soy oriundo.
Siempre lo conocimos por EL INDIO, por el color de su piel.
A inicios de la década de los ´90 él tenía alrededor de 60 años, y en todo el pueblo era reconocido porque era un albañil de prestigio.
También gran parte del pueblo lo conocía por su afición hacia el ajedrez. EL INDIO jugaba partidas y más partidas lo mismo en el parque que en la casa de amigos y conocidos; pero siempre eran partidas de esparcimiento. Jugaba sin reloj y hasta se permitían hablar entre los jugadores...hablar y tomarse unas copitas.
Pues resulta que en una ocasión EL INDIO se inscribió en el CAMPEONATO MUNICIPAL DE AJEDREZ, donde se otorgaban plazas para representar al municipio en el CAMPEONATO PROVINCIAL.
En su primera partida le corresponde jugar contra mi primo, Alexis Baró, quien en aquella etapa contaba con buen nivel competitivo.
Y arrancó la partida!!!
Y EL INDIO, quien no tenía práctica para jugar con reloj de ajedrez (no dudo que nunca había jugado con reloj), realizó su jugada y al ver que Baró se demoraba minutos y más minutos en realizar su contestación, pues decidió dar un paseíto por todo el salón de juego.
A cada rato regresaba, pero Baró no realizaba su jugada....
20 minutos, media hora...y Baró sin realizar su jugada; y EL INDIO se ponia cada vez más inquieto. Estaba acostumbrado a jugar más de 10 partidas en media hora.
Alguna gente miraba con insistencia para la partida de EL INDIO versus Baró y no hacían más que sonreir, casi a carcajadas.
De repente EL INDIO decide sentarse en su silla, y al mirar al reloj se da cuenta que habia realizado su jugada pero que su reloj continuaba funcionando. Elemental: se le habia olvidado detener su reloj y poner a funcionar el del contrario.
¡Al INDIO le quedaba solamente 1 minuto para perder por tiempo!
Ante esta situación, en todo el salón de juego se escuchó un fuerte manotazo en un reloj acompañado por un gran vozarrón que dijo: "¡¡¡TENIAS QUE AVISARME DE QUE NO DETUVE MI RELOJ!!!"
Hubo silencio en el salón. Todos miramos y vimos a un Baró sonriente que decía: "¿QUIÉN?, ¿YO?".
Mientras que EL INDIO, bien encabronadísimo, le decía: "¡SÍ, TÚ TIENES QUE AVISARME!".
Y la risa se apoderó del salón de juego.
Y EL INDIO perdió la partida por tiempo.
Hoy quiero homenajear a uno de los más fieles aficionados al ajedrez, quien vivió y falleció en el municipio de Jaguey Grande, provincia de Matanzas (Cuba), de donde soy oriundo.
Siempre lo conocimos por EL INDIO, por el color de su piel.
A inicios de la década de los ´90 él tenía alrededor de 60 años, y en todo el pueblo era reconocido porque era un albañil de prestigio.
También gran parte del pueblo lo conocía por su afición hacia el ajedrez. EL INDIO jugaba partidas y más partidas lo mismo en el parque que en la casa de amigos y conocidos; pero siempre eran partidas de esparcimiento. Jugaba sin reloj y hasta se permitían hablar entre los jugadores...hablar y tomarse unas copitas.
Pues resulta que en una ocasión EL INDIO se inscribió en el CAMPEONATO MUNICIPAL DE AJEDREZ, donde se otorgaban plazas para representar al municipio en el CAMPEONATO PROVINCIAL.
En su primera partida le corresponde jugar contra mi primo, Alexis Baró, quien en aquella etapa contaba con buen nivel competitivo.
Y arrancó la partida!!!
Y EL INDIO, quien no tenía práctica para jugar con reloj de ajedrez (no dudo que nunca había jugado con reloj), realizó su jugada y al ver que Baró se demoraba minutos y más minutos en realizar su contestación, pues decidió dar un paseíto por todo el salón de juego.
A cada rato regresaba, pero Baró no realizaba su jugada....
20 minutos, media hora...y Baró sin realizar su jugada; y EL INDIO se ponia cada vez más inquieto. Estaba acostumbrado a jugar más de 10 partidas en media hora.
Alguna gente miraba con insistencia para la partida de EL INDIO versus Baró y no hacían más que sonreir, casi a carcajadas.
De repente EL INDIO decide sentarse en su silla, y al mirar al reloj se da cuenta que habia realizado su jugada pero que su reloj continuaba funcionando. Elemental: se le habia olvidado detener su reloj y poner a funcionar el del contrario.
¡Al INDIO le quedaba solamente 1 minuto para perder por tiempo!
Ante esta situación, en todo el salón de juego se escuchó un fuerte manotazo en un reloj acompañado por un gran vozarrón que dijo: "¡¡¡TENIAS QUE AVISARME DE QUE NO DETUVE MI RELOJ!!!"
Hubo silencio en el salón. Todos miramos y vimos a un Baró sonriente que decía: "¿QUIÉN?, ¿YO?".
Mientras que EL INDIO, bien encabronadísimo, le decía: "¡SÍ, TÚ TIENES QUE AVISARME!".
Y la risa se apoderó del salón de juego.
Y EL INDIO perdió la partida por tiempo.
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