Desde MI punto de vista. Reto 3.
Por María Isabel Pardo Bernal.
Mucho se habla de las trampas en el ajedrez y posiblemente se den en mayor cantidad y con más frecuencia de lo que imaginamos. Los tramposos, la mayoría de veces, quedan impunes, puesto que es prácticamente imposible encontrar pruebas consistentes de que las están realizando.
He hablado con varios árbitros, ajedrecistas profesionales, aficionadosy monitores; todos y cada uno de ellos me han aportado una visión real sobre las trampas. He de decir, que no estoy especialmente escandalizada puesto que ya esperaba lo que he oído. En todos los deportes se rozan y traspasan las líneas de la legalidad de forma cotidiana. El hecho de que nos gusten las normas para poder saltarlas, no es nuevo. Nadie se escapa del tramposo, del pícaro, del vivales que sabe sacar provecho de lagunas legales y de los más arriesgados, los que se saltan sin pudor, con premeditación y alevosía la norma en su beneficio.
El hecho que no me espante, no quiere decir que no quiera que se corrijan determinados hábitos, que se eliminen las trampas y que se castigue a los tramposos, a pesar de que, de entrada, ya digo, que imposible, más que difícil es la empresa.
En ajedrez, las únicas “trampas” que deberían existir son las que todos conocemos, a las que llamamos CELADAS, para que no se confunda nadie.
Me produce cierta extrañeza el hecho de que hay trampas que están tan arraigadas y son tan habituales, que incluso se dejan pasar con benevolencia entre jugadores y los mismos árbitros.
Son muy frecuentes las picardías de los más expertos a la hora de mover piezas. Estas solo cuelan con contrincantes muy noveles e inexpertos o despistados. A decir de los árbitros, colar, cuelan algunas.
El intento de distracción del contrario, tos,tics, ruiditos extraños, olores, etc es una picardía que tiene mucha dificultad a la hora de demostrar que se está realizando adrede.
Muchos jugadores aprenden técnicas psicológicas para achicar y cohibir al contrario: miradas, cierto ambiente que roza lo parasicológico, etc. ¿Se puede llamar trampa a esto? Dejo la pregunta en el aire… Otro aspecto que nunca deja pruebas claras y contundentes.
Mucho favorece el sistema suizo la trampa más habitual, a decir de los árbitros, y a la que no se puede atacar con el reglamento en mano. Solo hay que ver los corrillos antes de la última ronda de un torneo para ver e intuir lo que se está cociendo allí. Los acuerdos entre jugadores para beneficio mutuo. No todos los jugadores buscan ganar un torneo. Muchos de ellos tienen otros objetivos, conseguidos estos,buscan intereses de todo tipo: dinero, que gane su amigo, conseguir la permanencia, que no gane alguien determinado… Si el primer premio es suculento y se puede arreglar su consecución, la cosa está casi cantada. Contra esta práctica pocas cosas se pueden hacer.
También he de decir, que el problema muchas veces, es por la descompensación que hay de los premios. Los jugadores, se permiten la distribución equitativa de los premios, llegando a ciertos acuerdos (Habrá que estudiar cómo se compensan mejor los premios para evitar esto). Hay quien habla de que se puntúen por debajo las tablas, pero ¿Es justo puntuar por debajo unas tablas bien conseguidas, con un rival fuerte y que no suele darlas? La solución sería hacer eliminatorias después del suizo, pero esta solución sería muy costosa económicamente hablando, por lo que mucho me temo que tal y como están los tiempos, nadie va a mover un dedo para que esto se dé.
Esta práctica extendida y habitual es penosa en alta competición, pero si cabe, da mucha más lástima en los torneos de los más pequeños, donde germina el espíritu de “todo vale” y” hay que salirse con la tuya aunque sea a base de artimañas y trampas”.
Los padres y monitores tienen mucho que pensar y demostrar que son educadores y no mafiosillos de tercera. Da mucha pena ver trampear a niños con el beneplácito y la sonrisa orgullosa de los que deben dirigir sus pasos hacia el camino recto del triunfo del esfuerzo, el compañerismo y el señorío de un deporte del que todos presumimos, es el más “caballeroso”.
Muchas historias de estas, en competiciones de menor ámbito, se conseguirían evitar en gran medida, si fueran arbitradas.El problema, de nuevo, es el dinero. No hay dinero para árbitros en estas categorías. El ajedrez prescinde, me temo, demasiado de los árbitros en categorías inferiores. También es cierto, que algunos árbitros observan sin actuar, como se llegan a acuerdos y se trampea, dejando como una práctica más lo que debe ser algo extraordinario y susceptible de penalización.
Las trampas con alta tecnología, desde móviles, ordenadores, audífonos, etc. Son fácilmente eliminables si se utilizaran inhibidores de señales. Mucho se ha hablado de ellas, mucho se las teme y sin embargo, tienen solución en muchos casos, sencilla.
Respecto a” jugar” con el Elo, bajarlo o mantenerlo para tener más posibilidad en categorías inferiores al nivel que se tiene… poca solución. La prueba es difícil y no se puede actuar solo por sospecha. Hay que tener pruebas ciertas y en este caso, es muy raro conseguirlas. Cada vez que se han tomado acciones por sospecha, queda la duda de si,siempre, se ha sido justo.
El tema, merece un estudio profundo, no un simple artículo de opinión. Se queda corto y sería aconsejable hacer un trabajo concienzudo e individualizado. Estoy segura que lo que se conoce es solo la punta del iceberg. No estaría mal que nos miremos esta vez, al ombligo y actuemos para alejar las sombras que vuelan en nuestro amado juego.
Capítulo aparte merecen aquellos jugadores que desarrollan una verdadera paranoia, que ven trampas y tramposos donde no los hay. Persiguen a contrincantes y molestan a árbitros. No tienen pruebas, solo sospechas, muchas veces basadas en lo bien que les va a sus contrarios. Está bien denunciar irregularidades, pero algunos, se convierten en profesionales de la queja y de la sospecha. Mucho cuidado en convertir cualquier cosa en una conspiración del “mundo mundial”. Todo en su justa medida.
En resumen, trampas, haberlas hailas, pero no nos rasguemos las vestiduras. El ajedrez está por encima de las personasindividuales. Y la mayoría de los jugadores son, con toda seguridad, honestos y conscientes, sobre todos los de élite, que son ejemplo y espejo donde se miran el resto de los aficionados y sobre todo, los niños, el futuro del ajedrez. De nosotros depende lo que va a ser.
De una cosa estoy segura, de que el genio, ingenio y la genialidad de la mayoría de nuestros ajedrecistas supera y con creces, la prueba de la honorabilidad de este deporte ciencia, te lo juro por Fischer.
Publicar un comentario