Por Nibaldo
Calvo Buides
En
el tercer y último cotejo
del Torneo que
acabo de jugar
en Kentucky (Estados
Unidos), nos adentramos en
el medio juego,
a
ambos nos faltaban
20 minutos para
consumir nuestros tiempos, y
de repente mi
rival realiza su
jugada y no
presiona su reloj, por
lo que este seguía
funcionando…..muy peligroso
ese olvido, por supuesto…El tiempo, el implacable, el que pasó, como bien dice el cantautor cubano Pablo Milanés en una de sus canciones.
Yo
me percaté de
su desliz, y
hasta por mi
mente estuvo el
impulso de advertirle
de que no había
presionado su
reloj….juro que lo pensé, pero
no lo hice
porque le corresponde
a cada jugador
velar por sus
tiempos.
Yo aproveché la
oportunidad para “pensar
libremente” con el tiempo de
mi rival…hubo un
momento en que
vino a mi memoria
la anécdota de uno de los más fieles aficionados al ajedrez,
quien vivió en el municipio de Jagüey Grande, provincia de Matanzas
(Cuba), de donde soy oriundo.
Siempre lo conocimos por EL INDIO, por el color de su piel.
Siempre lo conocimos por EL INDIO, por el color de su piel.
A inicios de la década de los ´90 él tenía
alrededor de 60 años, y en todo el pueblo era reconocido porque era un albañil
de prestigio.
También gran parte del pueblo lo conocía por su afición al ajedrez. EL INDIO jugaba partidas y más partidas lo mismo en el parque que en la casa de amigos y conocidos; pero siempre eran partidas de esparcimiento. Jugaba sin reloj y hasta se permitían hablar entre los jugadores...hablar y tomarse unas copitas.
Pues resulta que en una ocasión EL INDIO se inscribió en el CAMPEONATO MUNICIPAL DE AJEDREZ, donde se otorgaban plazas para representar al municipio en el CAMPEONATO PROVINCIAL.
En su primera partida le corresponde jugar contra mi primo, Alexis Baró, quien en aquella etapa contaba con buen nivel competitivo.
Y arrancó la partida!!!
Y EL INDIO, quien no tenía práctica para jugar con reloj de ajedrez (no dudo que nunca había jugado con reloj), realizó su jugada y al ver que Baró se demoraba minutos y más minutos en realizar su contestación, pues decidió dar un paseíto por todo el salón de juego.
A cada rato regresaba, pero Baró no realizaba su jugada....
20 minutos, media hora...y Baró sin realizar su jugada; y EL INDIO se ponia cada vez más inquieto. Estaba acostumbrado a jugar más de 10 partidas en media hora.
Alguna gente miraba con insistencia para la partida de EL INDIO versus Baró y no hacían más que sonreír, casi a carcajadas.
De repente EL INDIO decide sentarse en su silla, y al mirar al reloj se da cuenta que había realizado su jugada pero que su reloj continuaba funcionando. Elemental: se le había olvidado detener su reloj y poner a funcionar el del contrario.
¡Al INDIO le quedaba solamente 1 minuto para perder por tiempo!
Ante esta situación, en todo el salón de juego se escuchó un fuerte manotazo en un reloj acompañado por un gran vozarrón que dijo: "¡¡¡TENIAS QUE AVISARME DE QUE NO DETUVE MI RELOJ!!!"
Hubo silencio en el salón. Todos miramos y vimos a un Baró sonriente que decía: "¿QUIÉN?, ¿YO?".
Mientras que EL INDIO, bien molesto, le decía: "¡SÍ, TÚ TIENES QUE AVISARME!".
Y la risa se apoderó del salón de juego.
Y EL INDIO perdió la partida por tiempo.
También gran parte del pueblo lo conocía por su afición al ajedrez. EL INDIO jugaba partidas y más partidas lo mismo en el parque que en la casa de amigos y conocidos; pero siempre eran partidas de esparcimiento. Jugaba sin reloj y hasta se permitían hablar entre los jugadores...hablar y tomarse unas copitas.
Pues resulta que en una ocasión EL INDIO se inscribió en el CAMPEONATO MUNICIPAL DE AJEDREZ, donde se otorgaban plazas para representar al municipio en el CAMPEONATO PROVINCIAL.
En su primera partida le corresponde jugar contra mi primo, Alexis Baró, quien en aquella etapa contaba con buen nivel competitivo.
Y arrancó la partida!!!
Y EL INDIO, quien no tenía práctica para jugar con reloj de ajedrez (no dudo que nunca había jugado con reloj), realizó su jugada y al ver que Baró se demoraba minutos y más minutos en realizar su contestación, pues decidió dar un paseíto por todo el salón de juego.
A cada rato regresaba, pero Baró no realizaba su jugada....
20 minutos, media hora...y Baró sin realizar su jugada; y EL INDIO se ponia cada vez más inquieto. Estaba acostumbrado a jugar más de 10 partidas en media hora.
Alguna gente miraba con insistencia para la partida de EL INDIO versus Baró y no hacían más que sonreír, casi a carcajadas.
De repente EL INDIO decide sentarse en su silla, y al mirar al reloj se da cuenta que había realizado su jugada pero que su reloj continuaba funcionando. Elemental: se le había olvidado detener su reloj y poner a funcionar el del contrario.
¡Al INDIO le quedaba solamente 1 minuto para perder por tiempo!
Ante esta situación, en todo el salón de juego se escuchó un fuerte manotazo en un reloj acompañado por un gran vozarrón que dijo: "¡¡¡TENIAS QUE AVISARME DE QUE NO DETUVE MI RELOJ!!!"
Hubo silencio en el salón. Todos miramos y vimos a un Baró sonriente que decía: "¿QUIÉN?, ¿YO?".
Mientras que EL INDIO, bien molesto, le decía: "¡SÍ, TÚ TIENES QUE AVISARME!".
Y la risa se apoderó del salón de juego.
Y EL INDIO perdió la partida por tiempo.
·
En mi partida
mi rival se percató de su
olvido 10
minutos despues, y con 1 minuto en su reloj fue que perdió por
jaque mate, no por
tiempo, pero no dudo de que el "haberme regalado" 10 minutos lo debe haber afectado sicologicamente.
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