Por MN cubana y psicóloga Nery Maceira Moya
- El testimonio más confiable sobre uno mismo: lo que se hace.
¿Es Ud. de las
personas que acepta resignadamente una depresión o estado de mal humor?, ¿o se deja abrumar por sus emociones y actúa
esclavo de la pasión del momento?, o mejor aun, ¿tiene claridad de todas las
facetas de su personalidad?
Pero no
podrá responder nunca esas preguntas a menos que esté implicado en un trabajo,
en un deporte, en una responsabilidad,
que le permita medir o transformar su acción con el significado social
de la situación.
Uno mismo es el medidor de las acciones de otros y si acude a una consulta médica, o a una
recepción solicitando información, o a un centro comercial, estará exigiendo las formas sociales de la relación con ellos
y por supuesto no menos se espera de uno mismo.
Es por ello que nunca estamos
limitados a nuestra experiencia individual, sino que utilizamos
y asimilamos toda la experiencia
de los grupos sociales con que interactuamos.
Así que podríamos actuar en muchas
ocasiones de forma inesperada a lo que suponemos que somos y esto nos deja en
la necesidad de buscarnos, e increíble: podríamos descubrir que somos el desconocido de
nosotros mismos.
El ajedrez
pone a prueba lo que somos y en más de una ocasión se ha afirmado que el
enemigo uno del ajedrecista, está refugiado en su propia silla. Muchas partidas son ejemplo de ello y más aún cuando
el jugador está apremiado por el tiempo, confuso ante la valoración sobre dimensionada de las
amenazas del enemigo o creído de que la victoria que le espera podría ser
fácil. Tal es el caso del final de partida entre Ivanchuk,V frente a Xu, Jun en
la Olimpiada Mundial de Novi Sad en
1990:
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