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Con esa frase el prestigioso Gran Maestro cubano Walter Arencibia concluyó su mensaje en un medio digital cubano (oficial) cuando un grupo de aficionados (vaya a saber de qué países eran) le cuestionaron su desempeño durante la 37 Olimpiada Mundial de ajedrez, en Torino 2006.
Permítenme comentarles que el GM Walter Arencibia nació en la provincia de Holguín, Cuba, en 1967; fue campeón mundial juvenil en 1986; obtuvo el título de GM en 1990; durante veinte años ha participado casi ininterrumpidamente en Olimpiadas Mundiales de Ajedrez, etc, etc, etc...
Retornando a la frase con la que titulé este artículo, les comento que forma parte de una canción del cantautor cubano Silvo Rodríguez.
Pero de una vez por todas veamos parte de la contundente declaración que hizo Walter..., pero antes los invito a que al concluir la lectura saquen Ustedes sus propias conclusiones:
"Primero que todo, que juego el ajedrez porque me gusta, disfruto con la belleza de nuestro juego, cada partida es un misterio que nos invita a ser descubierto, un reto humano donde para lograr la victoria hacen faltan tantas cosas positivas: perseverancia, intuiciòn, sicologìa, decisiòn, concentraciòn, autodominio, etc, etc.
"Y para terminar, quisiera citar un fragmento de una esas canciones vibrantes de Silvio (Rodríguez) de sus primeros tiempos de creaciòn, que dice más o menos asì: " yo canto, y no me importa la suerte que pueda correr una canciòn" . Juego el ajedrez, no para satisfacer los gustos de nadie, sino el mìo propio, y lo jugarè mientras me queden energìas, y si pierdo la vista un dìa, pues mira lo jugarè a la ciega. Chao, un saludo amigos."
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