Por Nibaldo Calvo Buides
El aprendizaje es el proceso a través del cual se adquieren nuevas habilidades, destrezas, conocimientos, conductas o valores, como resultado del estudio, la experiencia, la instrucción, el razonamiento y la observación. (Wikipedia).
El ganar o el perder no es una guía exacta que nos indique quién va progresando más; porque un niño puede haber ganado 5 partidas, pero cuando reproducimos las mismas nos damos cuenta que mas bien han sido gracias a los errores de sus rivales; mientras que otro niño, que de 5 cotejos perdió 4 puede haber adquirido más conocimientos y avances, porque sus 4 derrotas se debieron a que arriesgó más, porque siempre puso en práctica su imaginación y creatividad y no jugó al azar, a lo que dicte el destino.
Por eso, antes de iniciar mis cursos de ajedrez, acostumbro tener una reunión previa con los padres de mis alumnos, y les indico que si realmente desean apoyar a sus hijos en el aprendizaje, les pregunten al término de las clases:
-¿Qué aprendieron?
Esa es la pregunta clave que como padres deben formularles a sus hijos, porque bien sabemos que por doquier existen “cursos de ajedrez” donde los alumnos solo van a jugar, y me sorprende más cuando en ocasiones en estos “cursos” el supuesto instructor ni tal siquiera posee un tablero mural que le sirva de apoyo para sus clases.
Estamos de acuerdo que resulta harto dificil impartir una clase de una hora de duración a niños de nivel principiante sin disponer del tablero mural.
Sería como impartir clases de matemática, español u otra materia sin un pizarrón, ¿se imaginan?
Les corresponden a los padres ocuparse más por la educación de sus hijos, y si pretenden apoyarlos pagándoles un curso de ajedrez, entonces al término de cada sesión no olviden de formularles la pregunta clave:
-¿Qué aprendieron?
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