Por Lic. Nibaldo Calvo Buides
“Le di chances”, así me dijo un jugador de ajedrez tras concluir una partida durante un torneo.
Y prosiguió con su argumento: “Yo podía haberle ganado en pocas jugadas, pero preferí extender la partida…no quise ganarle rápido…”
Y a mi pregunta "¿por qué actuaste así?"
Su respuesta fue: "…No sé…"
Finalmente el protagonista de la historia ganó; pero yo ni acepto ni apruebo su proceder.
Siempre he considerado al ajedrez como lo que siempre ha sido: UNA LUCHA POR LA VICTORIA, donde en nuestras mentes siempre debe estar el ánimo de ganar, y si es posible concretar la victoria en pocas jugadas, pues concretarla, ¿por qué y para qué alargar la partida?
¿Acaso no es mejor definir la victoria pronto (de ser posible) y retirarnos a descansar o prepararnos para el siguiente cotejo?
¿Y si por ese exceso de confianza o de lástima hacia nuestro adversario cometemos un error?
Extender una partida que se puede definir pronto es una manera de actuar de los jugadores que apenas llegan al ajedrez y se encuentran en el rango de principiantes (y se les entienden), porque apenas se están adentrando en el conocimiento del ajedrez.
El principiante acostumbra coronar tantas veces que pueda y tener 2 ó 3 damas para al final pensar en cómo dar el jaque mate; mientras que el ajedrecista avezado, de torneos, primero piensa en dar jaque mate y elimina de sus análisis la coronación en caso de que le sea suficiente asestar el jaque mate con las piezas que posee.
Debemos economizar esfuerzos, analizar y sacarle el mayor zumo posible a la posición, para no ser sorprendidos por nuestro rival.
Quien da chances, pierde.
“Le di chances”, así me dijo un jugador de ajedrez tras concluir una partida durante un torneo.
Y prosiguió con su argumento: “Yo podía haberle ganado en pocas jugadas, pero preferí extender la partida…no quise ganarle rápido…”
Y a mi pregunta "¿por qué actuaste así?"
Su respuesta fue: "…No sé…"
Finalmente el protagonista de la historia ganó; pero yo ni acepto ni apruebo su proceder.
Siempre he considerado al ajedrez como lo que siempre ha sido: UNA LUCHA POR LA VICTORIA, donde en nuestras mentes siempre debe estar el ánimo de ganar, y si es posible concretar la victoria en pocas jugadas, pues concretarla, ¿por qué y para qué alargar la partida?
¿Acaso no es mejor definir la victoria pronto (de ser posible) y retirarnos a descansar o prepararnos para el siguiente cotejo?
¿Y si por ese exceso de confianza o de lástima hacia nuestro adversario cometemos un error?
Extender una partida que se puede definir pronto es una manera de actuar de los jugadores que apenas llegan al ajedrez y se encuentran en el rango de principiantes (y se les entienden), porque apenas se están adentrando en el conocimiento del ajedrez.
El principiante acostumbra coronar tantas veces que pueda y tener 2 ó 3 damas para al final pensar en cómo dar el jaque mate; mientras que el ajedrecista avezado, de torneos, primero piensa en dar jaque mate y elimina de sus análisis la coronación en caso de que le sea suficiente asestar el jaque mate con las piezas que posee.
Debemos economizar esfuerzos, analizar y sacarle el mayor zumo posible a la posición, para no ser sorprendidos por nuestro rival.
Quien da chances, pierde.
Publicar un comentario