Nunca he conseguido que mi mente se ponga al ciento por ciento en función del ajedrez mientras juego ajedrez. He perdido la cuenta de las veces que antes de iniciar una partida de torneo me digo “¡en esta sí!”, y no lo logro.
A mis colegas les sucede lo mismo. Me cuentan que en 3 ó 4 horas de juego en sus mentes les aparecen infinidades de recuerdos: de amigos, deudas bancarias, mascotas que tienen en sus casas, conversaciones con sus esposas o novias, los últimos zapatos que se compraron, y un chorro banalidades a diestra y siniestra.
Por suerte, esas intromisiones son pasajeras, y en cuestiones de segundos regresamos a nuestros análisis sobre el tablero escaqueado, y al concluir la partida habremos tomado 40 y más decisiones durante unas 3 horas. Decisiones asumidas tras largos análisis exhaustivos, quisquillosos, matraquillosos, donde debemos desechar todo el polvo y paja que opaca el camino triunfal.
Si un hombre de negocios tuviera esta capacidad, no dudo que conseguiría anticipar trances, y tendría más aptitud para emprender adecuadas estrategias y tácticas empresariales.
Y es que tanto la partida de ajedrez como el mundo empresarial requieren de constantes tomas de decisiones. ¿Por qué no utilizamos el ajedrez como herramienta ideal para el mejoramiento de la toma de decisiones de los empresarios?
Es archiconocido que la práctica del milenario juego nos madura la capacidad para calcular variantes en busca de la mejor jugada. ¿Acaso eso no enfrentan a diario los ejecutivos que buscan posicionarse en el mercado competitivo?
Por otra parte, el ajedrez te exige un constante poder de anticipación para no caer en una celada preparada por el rival, y a su vez para empujarlo al terreno que menos desea.
Nos enseña a mirar el futuro, a trazar planes estratégicos (responden a la pregunta ¿qué voy a hacer?) y planes tácticos (¿cómo lo voy a hacer?).
Una empresa que busca el posicionamiento en el mercado también tiene que prever, preparar bien el camino por donde se moverá, no puede comercializar al azar, ni confiar en que la suerte se apiadará de ella.
En el ajedrez competitivo, conocer antes de una partida al rival de turno forma parte del plan hacia la victoria. Resulta conveniente estudiar su estilo de juego, tendencias, repertorios de aperturas y defensas. Así nos armaríamos de más dispositivos para enfrentarlo.
Igual aplica para el profesional de los negocios. Antes de hacerle frente a los competidores, primero lo estudia, que en el mundo empresarial se traduce en desmenuzar sus fortalezas y debilidades para ver qué estrategia utilizar.
Los principios que rigen cada una de las fases de una partida de ajedrez (apertura, medio juego y final) son idénticos a los utilizados por los más importantes empresarios.
Me refiero a la economía de recursos, de ataque, defensa, posicionamiento y muchos otros, que a diario conforman los planes estratégicos de diversas compañías.
Con esta visión, no sería una idea tonta proponer que el ajedrez sea utilizado como formación y capacitación, para aplicarlo a nivel empresarial.
No veo impedimentos para que en el Estado de Oaxaca se comience a incluir como asignatura en carreras de Administración de Empresas y Ciencias Empresariales de algunas universidades.
Pero antes de ponerse en práctica la materia en las aulas, una persona capacitada en ajedrez tendría que elaborar un certero plan metodológico y de ser posible capacitar a quienes la impartirían, porque si la enseñanza es defectuosa, podría causar rechazos en los iniciados.
En caso que existan trabas para incluirlo como asignatura, tenemos la opción de que se impartan conferencias relativas al tema en centros universitarios.
Constituiría un incentivo para atraer a parte del auditorio hacia el disfrute de los jaques y enroques.
Hace poco disfruté de una plática interactiva en el Centro Universitario Casandoo, ubicado en Santa María, Atzompa, donde fui invitado por su director, Arq.Israel Silva, como ponente al Primer Congreso de las Ciencias Económicas Administrativas.
Con los estudiantes dialogué acerca de todas estas ideas que les he ido hilvanando. Al final, quedó en pie el compromiso de una próxima invitación.
En el caso de los gerentes empresariales, se les podría impartir cursos de nivel básico y medio.
Tengamos por seguro que si un hombre de negocios o empresario usara los métodos de entrenamiento de un ajedrecista y aplicara la teoría con la práctica sistemática, habilitará su mente para cobijar análisis más profundos que coadyuven a mejorar sus planes estratégicos de negocios y marketing.