Por Lic. Arnaldo Calvo Buides (Chile)
¿Ajedrecista?, ah!, debe ser un tipo inteligente y con tremenda memoria.
Así piensa hasta el más neófito en la materia cuando tiene ante sí a una persona que practica ajedrez. Y máxime si se trata de Orestes Pérez de Armas, fuerte jugador de mi pueblo natal, Jagüey Grande (Matanzas-Cuba).
Desde hace unos años atrás, él se desempeña como entrenador y ha sido el artífice principal de los grandes logros en competencias provinciales y nacionales de los chicos y chicas del territorio.
De su inteligencia, no me caben dudas. Pero, si de memoria se trata…
Orestes Rodríguez, Gran Maestro de Perú, como yo jocosamente lo llamo haciendo alusión a dicho jugador sudamericano que participó en incontables torneos en Cuba, posee una memoria que da grima. Me refiero fuera del plano ajedrecístico.
Usted pierde el tiempo si le das un recado para que se lo transmita a otra persona. Se le olvida.
¨Oh!, qué pena me da contigo, de verdad que a mí ´se me fue de la cabeza´…¨, te dice, mientras uno se queda atónito ante lo sucedido.
Cierta vez, luego de concluir el matutino laboral, a eso de las 8:30 am, él me pidió la bicicleta para ir un ´momentico´ a la Sala de Ajedrez. Se encuentra más o menos a un kilómetro de distancia.
Yo, ni corto ni perezoso se la presté. ¨Está bien, tómala, yo te espero aquí…¨, le dije mientras se comprometía a regresar pronto.
9: am, 9: 30, 10…y Orestes brillaba por su ausencia.
¨Él me dijo que volvía pronto, ¿dónde se habrá metido?…¨, ya comenzaba a impacientarme. Pero, de un momento a otro, cuando las manecillas del reloj ya casi daban las 11, lo veo aparecer.
Se acercaba sin apuros, como si nada. Pero, al divisarlo, paradójicamente, en vez de alegrarme me preocupé. Y mucho…Resulta que Orestes venía a pie, sin mi bicicleta. ¿Se la habrán robado?, pensé.
-¿Eh?, y mi bicicleta?, de súbito lo interrogué.
-¿Qué bicicleta..?, fue su simple respuesta.
-¡Mi bicicleta, la que me pediste prestada!…le inquirí sobresaltado, al notar que me había convertido en una de las víctimas de su mala memoria.
-Ah!!!!, verdad, Calvo (así me llama, por mi apellido), yo no lo puedo creer, la deje´ afuera de la Sala de ajedrez y vine a pie hasta aquí. Espérate un momentico, para ir buscarla…dijo en tanto salía como una flecha tras ella, y poco después la entregaba en mis manos.
Excelente persona, un gran amigo y conocedor del ajedrez, así es Orestes Pérez de Armas, este ajedrecista jagüeyense que tiene la ¨memoria del gallo¨, como de manera jocosa suele reprocharle a sus alumnos cuando olvidan algún aspecto teórico.
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